Novena, Rosario y Letanías acto de donacìon y consagración al Espíritu Santo

En esta segunda parte del folleto de oraciones «Potencia Divina de Amor» puedes encontrar: La Novena, recomendada además de la preparación para Pentecostés y para recurrir al Espíritu Santo para cualquier necesidad. El Santo Rosario, las letanías y el acto de donación y consagración al Espíritu Santo.

Espíritu Santo

NOVENA AL ESPÍRITU SANTO

1 Espíritu Santo, don de Dios al alma mía, pensando en Tí, la emoción y la admiración me embargan. No encuentro modo de expresar la felicidad íntima que me inunda al saber que eres mi huésped dulcísimo y vida divina en mí.
Como aguas que desbordan, mi alma queda anegada en el amor, la calma y el deleite de contemplarte. Me quedo como atónito ante tanta condescendencia; pienso en tu belleza siempre superior a cuanto se pueda decir o imaginar; pienso en tu inagotable riqueza de gracia, de dones, de virtudes, de felicidad, de frutos y de beatitud.
Pienso en tu tierna bondad que te impulsa a habitar en mí. Tú tienes todo, tú puedes todo, tú quieres darme todo. Quedo, Señor, en uno estado de conmovida admiración a pesar de mi miseria que me hace ser el último de la tierra. Te bendigo, te adoro, te doy gracias, te pido todo. Dadme todo, oh, Espíritu Santo.
Gloria al Padre y al Hijo (…)

2 Espíritu del Señor y Celeste donador con la más profunda humildad, pero también con toda la fuerza de mis ardientes deseos, te suplico me concedas tus santos dones, particularmente la sabiduría y la piedad. Acrecienta en mí estos dones hasta su completo desarrollo, de modo que mi alma sea dócil y obediente a tí Maestro interior, y yo viva habitualmente de tus dones y en la contemplación íntima y suave de tí y de toda la Trinidad.
Gloria al Padre y al Hijo (…)

3 Espíritu Santo, Maestro interior y santificador, te pido con insistencia incansable que instruyas mi inteligencia sobre toda la verdad y que hables a mi corazón, que me santifiques cuidando mi alma como cuidaste la de Nuestra Señora, tu Esposa Inmaculada, la de los Mártires y de los Santos.
Estoy sediento de santidad: no para mí, sino para darte gloria a Tí, Maestro de los maestros, gloria a la Trinidad, esplendor a la Iglesia, ejemplo a las almas.
Veo, Señor, que no hay medio mejor para ser verdaderos apóstoles, que el ser santos, pues sin santidad se resuelve bien poco. Espíritu Santo, escucha mi súplica y concédeme mis ardientes deseos.
Gloria al Padre y al Hijo (…)

4 Espíritu Santo, verdad y luz beatísima, siento una profunda amargura al constatar que eres casi completamente desconocido o casi olvidado por la mayor parte de nosotros.
No te pensamos nunca, porque andamos distraídos por muchas preocupaciones, absorbidos por el espíritu mundano, desatentos a tus premuras y delicadezas. ¡Que ingratitud!
Gran parte de esta culpa es nuestra, porque no vivimos la verdad de tu presencia y acción y de la cual casi nunca hablamos a las almas.
Acoge, Espíritu divino, estos pobres sentimientos míos, en reparación de tan deplorables olvidos, y como viva petición de luz para mí, para los sacerdotes y para los fieles.
Gloria al Padre y al Hijo (…)

5 Espíritu Santo, amor y suavidad del Padre y del Hijo, flor y perfume de la santidad de Dios, fuego divino encendido en mí, renueva enteramente mi corazón; limpia toda mancha y obscuridad, quema toda impureza, hazme conforme y a imagen y semejanza del Hijo divino.
Espíritu de fuego, que te dignas habitar personalmente en mí para santificarme, enciende en mí este fuego de amor, penetra y convierte con tu llama toda mi alma; desaparezca en mí toda afecto desordenado; llévame a conquistas apostólicas; dóname la gracia de ser llama, y de arder de puro y eterno amor.
Gloria al Padre y al Hijo (…)

6 Espíritu de fortaleza, que has dado a los mártires
la fuerza de morir gozosamente por la causa de Cristo Nuestro Señor, infunde en mí este don divino en toda su intensidad.
Sacude mi pereza e indolencia, hazme fuerte para emprender todo lo que el Señor me pide, sin reparar en sacrificios o fatigas, para gloria tuya y en beneficio espiritual y material de todos los hermanos.
Dadme la fuerza de continuar con ardor, sin cansarme, sin abandono, sin posibilidad de descuidar lo que he comenzado.
Dadme firmeza y energía para defender intrépidamente la Iglesia, para afirmar ante todos la integridad de la fe y la verdadera obediencia al Papa y a los Obispos.
Dadme la valentia sobrenatural en el apostolado; que yo persevere hasta el final no obstante cualquier sufrimiento del alma o del cuerpo. Espíritu divino, inundame con tu omnipotencia, sostenme con tu vigor y colmame con tu invencible fortaleza.
Gloria al Padre y al Hijo (…)

7 Espíritu de verdad y de luz, llama y luz beatísima, aclara y disipa de mi mente las sombras del error y de la duda. Irradia e ilumina con perfecta claridad lo más íntimo del alma. Haz que yo rechace siempre todo error; que adquiera fuertemente la verdad según las enseñanzas de la Iglesia; que camine en su luz.
Vestido con tu santa luz, haz que yo permanezca siempre en tu verdad y pura claridad.
Gloria al Padre y al Hijo (…)

8 Espíritu purificador, purificame de toda mancha. Santifícame y dadme las virtudes de Jesús, sus mismas intenciones y disposiciones interiores. Seas en mí el mismo Espíritu de Jesús. Comunícame hacia Jesús el mismo amor con el que el Padre ama a su Hijo divino y dame la misma atracción que el Padre siente hacia su amadísimo y carísimo Hijo Jesús.
Gloria al Padre y al Hijo (…)

9 Espíritu Santo, te suplico de iluminar mi mente con la claridad de tu luz, necesaria para mí, y para los que a mí se dirigen, y de sostener mi débil voluntad con gracias de amor y de fortaleza.
Divino santificador, condúceme a la cumbre de la santidad, por medio del trabajo contínuo, paciente, dócil a tus premuras. La santidad eres tú y yo debo dejarte vivir en mí, favoreciendo tu obra de perfección.
Divino renovador, renueva todo, elimina todo mal, todo peligro, todo maldad, haz todo nuevo en mí, purifícame, hazme santo.
Divino vivificador, Alma de mi alma, dadme la fuerza de testimoniar y glorificar siempre, junto a tí, al Hijo divino y de vivir para su gloria y de morir en su amor.
Divino donador, dadme tus dones para contemplar a Dios en la luz de sus misterios, para comprender el verdadero valor de la vida, y de las cosas, y para amar a todos con pura caridad como si ya estuviera en el cielo. Gracias. Amén.
Gloria al Padre y al Hijo (…)

 

ROSARIO DEL ESPÍRITU SANTO

COMIENZO

V. Dios mio, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

V. Gloria al Padre …
R. Como era en un principio …

– Gloria, adoración, bendición… (se repite en cada misterio después del Gloria).

– Se anuncia el misterio y se medita por un momento en silencio o se lee la Palabra de Dios.

– Sigue el Padre nuestro y el Ave María.

– Por siete veces se dice:

V. Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles.
R. Y enciende en ellos el fuego de tu Amor.

– Se concluye con el Gloria.

– Al inicio, entre un misterio y otro, y al final del Rosario, se aconseja un canto al Espíritu Santo.
Se usa la corona roja, con siete cuentas, propia para el Rosario del Espíritu Santo.

LOS MISTERIOS

1 Jesús es concebido por obra del Espíritu Santo en el seno de la Virgen María. (Mt 1,18-25; Lc 1,26-38)
2 Jesús es consagrado Mesías en el Jordán por el Espíritu Santo. (Lc 3,21-22; Jn 1,29-34; He 10,37-38)
3 Jesús muere en la cruz para quitar el pecado y dona el Espíritu Santo. (Jn 19,28-30; Lc 23,44-48)
4 Jesús Resucitado dona a los Apóstoles el Espíritu Santo para la remisión de los pecados. (Jn 20,19-23)
5 El Padre y Jesús, en Pentecostés, derraman el Espíritu Santo: la Iglesia, constituída en poder, se abre a la misión en el mundo. (He 2,1-6; He 2,29-36)
6 El Espíritu Santo desciende por primera vez sobre los paganos. (He 10,44-48)
7 El Espíritu Santo guía a la Iglesia de todos los tiempos, dándole sus dones y carismas. (1Co 12,4-11; 1Co 12,31-14,1; Jn 16,12-15; Jn 17,20-23)

Al final: un Padre nuestro, una Ave María y un Gloria al Padre para que el Espíritu Santo ilumine al Santo Padre y a los Obispos en su ministerio pastoral.

CONCLUSIÓN

Puede seguir la oración de las Letanías y el Acto de donación y de consagración al Espíritu Santo.

LETANÍAS DEL ESPÍRITU SANTO

Señor, ¡ten misericordia de nosotros!
Cristo, ¡ten misericordia de nosotros!
Señor, ¡ten misericordia de nosotros!
Padre todo poder, ¡ten misericordia de nosotros!
Jesús, Hijo eterno del Padre y Redentor del mundo, ¡sálvanos!
Espíritu del Padre y del Hijo, que unes las dos vidas, ¡santificanos!
Santísima Trinidad, único Dios, ¡escúchanos!
Espíritu Santo, que procedes del Padre y del Hijo, ¡ven a nuestros corazones!
Espíritu Santo, que eres igual al Padre y al Hijo, ¡ven a nuestros corazones!
Promesa de Dios Padre, ¡ven a nuestros corazones!
Rayo de luz del cielo, ¡ven a nuestros corazones!
Autor de todo bien, ¡ven a nuestros corazones!
Fuente de agua viva, ¡ven a nuestros corazones!
Fuego consumidor, ¡ven a nuestros corazones!
Unción espiritual, ¡ven a nuestros corazones!
Espíritu de amor y de verdad, ¡desciende sobre nosotros!
Espíritu de sabiduría y de ciencia, ¡desciende sobre nosotros!
Espíritu de consejo y fortaleza, ¡desciende sobre nosotros!
Espíritu de intelecto y piedad, ¡desciende sobre nosotros!
Espíritu del santo temor de Dios, ¡desciende sobre nosotros!
Espíritu de gracia y de oración, ¡desciende sobre nosotros!
Espíritu de paz y de mansedumbre, ¡desciende sobre nosotros!
Espíritu de modestia y de inocencia, ¡desciende sobre nosotros!
Espíritu confortador, ¡desciende sobre nosotros!
Espíritu santificador, ¡desciende sobre nosotros!
Espíritu que gobiernas la Iglesia, ¡desciende sobre nosotros!
Don del Dios Altísimo, ¡desciende sobre nosotros!
Espíritu que llenas el universo, ¡desciende sobre nosotros!
Espíritu de adopción de los hijos de Dios, ¡desciende sobre nosotros!
Espíritu Santo, inspira en nosotros el horror de los pecados.
Espíritu Santo, ven y renueva la faz de la tierra.
Espíritu Santo, irradia con tu luz nuestras almas.
Espíritu Santo, marca tu ley en nuestros corazones.
Espíritu Santo, inflámanos con el fuego de tu amor.
Espíritu Santo, derrama en nosotros el tesoro de tus gracias.
Espíritu Santo, enséñanos a rezar mejor.
Espíritu Santo, ilumínanos con tus divinas inspiraciones.
Espíritu Santo, condúcenos por el camino de la salvación.
Espíritu Santo, haznos conocer la única cosa necesaria.
Espíritu Santo, inspira en nosotros la práctica del bien.
Espíritu Santo, concédenos el mérito de todas las virtudes.
Espíritu Santo, haznos perseverantes en la justicia.
Espíritu Santo, seas Tú, nuestra eterna recompensa.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, ¡mándanos tu Espíritu!
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, ¡llena nuestras almas de los dones del Espíritu Santo!
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, ¡donanos el Espíritu de sabiduría y de piedad!

V. ¡Envía tu Espíritu y será una nueva creación!
R. Y renovarás la faz de la tierra.

Oremos – Oh Dios, que en el misterio de Pentecostés santificas a tu Iglesia en cada pueblo y nación, difunde los dones del Espíritu Santo hasta los confines de la tierra y continua hoy, en la comunidad de los creyentes, los prodigios que hicisteis al comenzar la predicación del Evangelio. Te lo pedimos por Cristo Nuestro Señor. Amén.

ACTO DE DONACIÓN Y DE CONSAGRACIÓN AL ESPÍRITU SANTO

Espíritu Santo, Espíritu de Jesús y del Padre,
Tú quieres habitar en mí, pobre pecador,
y transformarme en templo de tu gloria.
Ven, Espíritu de la Comunión divina,
ven, y llena todo mi ser.
Ven y úneme a Jesús crucificado y resucitado,
para ser con Él y con sus hermanos
un solo Cuerpo,
para ser con Él un hijo predilecto del Padre.
Tú te has dado a mí sin medida.
Humildemente yo también me doy
y me consagro a Tí.
Hazme dócil a tu acción
para que Tú puedas realizar tu Misión en mí,
en la Iglesia y en el mundo,
ahora y hasta la hora en que me entregue contigo
entre las manos del Padre,
como Jesús, para la eternidad.
Te ruego con María y todos los Santos.
Amén. Aleluya.

INTRODUCCIÓNPARTE 1 – PARTE 2 – PARTE 3